LOS DÍAS AMADOS

Capítulo I

  

Queridos amigos, soy Carlos Gargallo, escritor y poeta, os escribo desde el corazón para contaros mis años en nuestro querido colegio “Cierva Peñafiel” como alumno del mismo.

Mi entrada en esta querida institución se produjo el curso de 1.971, ingresando en la clase de 5º de E.G.B., en la última planta.  Recuerdo el primer día, cuando entré, todos me miraban, cuchicheando…

-         Mira, dijo una chica morena de pelo largo a su compañera de al lado, ese es el nuevo, el que nos dijo D. Eugenio ayer que vendría…

A mí, se me puso la cara como un tomate, en aquellos entonces, era una persona muy vergonzosa. De todas formas, enseguida me adapté a mis compañeros.

Mis maestros, eran personas estupendas, como seres humanos y como profesionales de su trabajo, nos enseñaron tanto…; además, siempre estaban pendientes de dar una ayuda extra a aquellos que iban un poco retrasados en algunos temas.

No he olvidado sus nombres ni sus caras: D. Andrés, D. José Oliva, D. Eugenio,  Tomás, D. Julián Serrano,  y por supuesto nuestro querido director, D Manuel Fernández – Delgado.

Aquellos años, fueron para mí fantásticos.

Recuerdo que había un conserje que se llamaba Casimiro, era un hombre muy delgado, siempre con su chaqueta y su boina…, al año siguiente, dejó de venir, le había llegado la edad de jubilación. Después, vino otro conserje, y se llamaba Marciano, imaginaros el cachondeo que teníamos en el colegio…

-         ¡Eyyyyy, tenemos un marciano en el cole…!

 Al igual que ahora suena el timbre para entrar y salir de clase, entonces, sonaba una campana que estaba al salir al patio, en donde en horas de recreo, repartían cartoncitos individuales de leche, de una fábrica que había en Murcia que se llamaba productos lácteos “El prado”.

En fin, estos fueron mis primeros tiempos en nuestro amado colegio, si os ha gustado estos recuerdos, seguiré contando.

Un abrazo

                                       Carlos Gargallo Martínez ©